La humanidad está inmersa en un entorno cambiante, impulsada por las inestables y complejas condiciones del desarrollo económico. Las dinámicas de la globalización que surgieron a finales de los 90 y principios de los 2000 nos han llevado a una gran encrucijada. Esto es algo que yo llamo Tiempos Extraños. Por extraño que sea, es la primera vez en la historia de la humanidad que tenemos acceso a increíbles herramientas como el internet, la biotecnología, tecnología de punta e instituciones globales. A pesar de esto, enfrentamos altos niveles de incertidumbre sobre el futuro cercano. ¿Cómo puede ser esto posible? Evidentemente no hay una respuesta clara… Por eso mi propósito es compartir con el lector algunos pensamientos personales sobre este asunto y su relación con la evolución institucional en tiempos modernos. Ciertamente creo que no somos conscientes de los desafíos institucionales del siglo XXI y del urgente llamado a la acción colectiva, como un camino para lograr el desarrollo sostenible.
Hemos alcanzado un alto crecimiento económico a un ritmo acelerado en las últimas dos décadas, sin tener en cuenta los impactos a gran escala, como la insostenibilidad ecológica y la desigualdad económica. Nuestro objetivo de crecimiento nos hace insensibles a la evolución del mercado y los daños profundos en los ecosistemas, en cambio, nos preocupamos más por las tendencias de ropa, comprar sin medida, asistir a festivales de música y las nuevas series de Netflix. Más allá de esto, diversos aspectos de la vida están cambiando sin siquiera darnos cuenta. A medida que las fuerzas del mercado, la voluntad política y las creencias sociales están remodelando la sociedad de una manera multidimensional. Nuestras rutinas, pensamientos, normas y creencias experimentan profundos cambios. Gobiernos, sistemas educativos, comunidades, empresas, incluso religiones, todas nuestras instituciones están en constante cambio. No es intuitivo comprender qué son las instituciones, qué abarcan o no, cómo configuran patrones sociales, las ciencias comportamentales, los entornos políticos y el orden económico, etc. Por eso, planteo una reflexión sobre las instituciones, definiéndolas como: mecanismos de interacción social, que reflejan aspectos culturales, hábitos, normas, reglas y tradiciones (escritas o no escritas), constituidas formal o informalmente.
Nuestra vida cotidiana está enmarcada en diferentes universos de arreglos institucionales. Cada uno de nosotros pertenece a organizaciones e instituciones particulares. Estas difieren dependiendo de dónde vivimos, qué y dónde estudiamos, nuestro entorno natural, gustos y la religión que profesamos. Las instituciones han moldeado quiénes somos y cómo pensamos. De alguna manera, somos el resultado de interacciones institucionales; una extensión de las mismas. Todas las instituciones que nos gobiernan tienen ciertos propósitos, mecanismos de operación y reinvención, con el fin de sobrevivir en el tiempo. Por ejemplo, instituciones educativas y de investigación. La educación se ha institucionalizado y formalizado a lo largo de los años. Hemos constituido diferentes tipos de instituciones educativas, a nivel local y global, que enseñan ciertos contenidos universales, otros más específicos. Piense en una institución educativa a la que ha pertenecido y reflexione sobre cuánto ha cambiado en los últimos dos, cinco o diez años … Los cambios en las instituciones educativas son enormes y recurrentes.
Los cambios institucionales son impulsados ??y motivados por factores internos y externos. Las instituciones gubernamentales, por ejemplo, cambian de acuerdo con las políticas internas y operan bajo lineamientos de acuerdos internacionales. A lo largo de la historia hemos aprendido a crear vínculos interinstitucionales, un arma poderosa para la supervivencia y la armonía. La capacidad de formar e impulsar instituciones a través de la cooperación colectiva ha sido una gran ventaja para el homo sapiens, algo que el reconocido historiador israelí Harari resalta sobre nuestra evolución. Gracias a los grandes esfuerzos de cooperación entre instituciones y organizaciones de todo el mundo, hemos logrado detener la propagación de las guerras, erradicar enfermedades como la viruela y realizar mejoras significativas en la capa de ozono, muy afectada por la contaminación en décadas pasadas.
¿Podemos redirigir tales esfuerzos y experiencias para solucionar problemas globales en tiempos modernos?
Es hora de repensar nuestras instituciones
Si hemos podido superar desafíos tan grandes, ¿Por qué nos enfrentamos a tiempos tan extraños?, ¿Por qué no hemos podido resolver muchos problemas estructurales?, ¿Han fallado nuestras instituciones en este sentido? Ciertamente no creo que hayan fallado. Creo que estamos ejerciendo grandes presiones sobre ellas sin comprender el entorno limitado en el que operan, por lo tanto, es un buen momento para REPENSAR nuestras instituciones. Un replanteamiento de las instituciones no solo significa una transformación a nivel narrativo y conceptual, sino también un cambio reflejado en fuertes compromisos de orden político y social. Al repensar las instituciones, debemos replantear sus objetivos, evaluar normas, valores e interacciones bajo un marco de participación entre múltiples partes interesadas. Debemos evaluar los futuros impactos institucionales en el desarrollo, su alcance y limitaciones. Además, tenemos que establecer mecanismos para mantenerlos vivos bajo los parámetros de la sostenibilidad.
Para transformar con éxito nuestras instituciones, existe una necesidad de participación colectiva y un nuevo proceso de formulación de políticas públicas, en el que se tengan en cuenta tanto estrategias de arriba hacia abajo (top-down) como las iniciativas de base comunitaria (bottom-up). Los profundos cambios institucionales no solo abarcan acuerdos políticos, ya que las comunidades locales juegan un rol fundamental en la proclamación y promoción de mejores prácticas sociales, ambientales y económicas. Hay un llamado a la acción colectiva para impactar los diferentes niveles de la sociedad.
Institucionalismo y lecciones de Elinor Ostrom
Una de las mentes más brillantes del siglo XIX fue Elinor Ostrom, la primera mujer en recibir un Premio Nobel de Economía, quien nos enseñó grandes lecciones sobre gobernanza, acción colectiva y sostenibilidad. Durante más de 30 años, Ostrom estudió los arreglos institucionales y la gobernanza de recursos comunes (common pool resources-CPR), como zonas pesqueras, bosques, sistemas de riego y bienes públicos. Los resultados de su investigación giran en torno al institucionalismo y la eficaz gestión de los recursos naturales. Estos evidencian la importancia de la acción colectiva para transformar, establecer, hacer cumplir y monitorear las reglas y normas en las interacciones sociales a largo plazo. Recomiendo al lector, si está interesado, por supuesto, que revise esta literatura y muchas otras que la complementan. Es un trabajo inspirador, y creo que sus enfoques teóricos y prácticos son muy valiosos como base sólida para los desafíos institucionales actuales.
Cooperación global y reflexiones finales
Las Naciones Unidas son un claro ejemplo de cómo convergemos globalmente e impulsamos esfuerzos colectivos con propósitos comunes. A pesar de las profundas críticas, esta importante organización multilateral ha creado valiosos mecanismos de acción, impactando agendas políticas, movimientos sociales y estrategias empresariales. La Organización Mundial de la Salud lucha hoy en día por contener la pandemia del COVID-19, así como la agencia ambiental de la ONU busca detener el cambio climático. Mientras tanto, el Comisionado para los Refugiados (ACNUR) asiste diversas crisis de migraciones forzosas en Turquía, Colombia y Yemen.
No podemos olvidar el importante papel del sector privado, que impregna todas las dimensiones de la sociedad moderna. Les corresponde a las empresas tomar medidas audaces hacia la sostenibilidad y la acción colectiva. Grandes institutos de investigación y cooperación también están apoyando estas estrategias. Además de sus grandes esfuerzos, debemos cooperar y alinear nuestras instituciones, valores, normas y creencias con tales iniciativas globales. Esto con el propósito de co-crear mejores interacciones socioeconómicas y ambientales.
Juan Pablo Casadiego Guevara